Un sabio maestro llamado Lin estaba acostado en su lecho de muerte, rodeado por sus discípulos. Lloraba desconsoladamente y nadie lograba confortarlo.
Uno de sus alumnos le preguntó: "Maestro, ¿por qué está llorando? ¡Si usted es casi tan inteligente como el Patriarca Abraham y tan bondadoso como el mismo Buda! "
Al escuchar esto, el anciano Lin respondió. "Cuando parta de este mundo a comparecer ante el Tribunal Celestial nadie me cuestionará porque no fui inteligente como Abraham o bondadoso como Buda. Por el contario, la pregunta que me harán será: ‘Lin, ¿por qué no fuiste como Lin? ¿Por qué no ejerciste tu potencial? ¿Por qué no seguiste la trayectoria que era la tuya propia y personal?’"