"Una poderosa águila hizo su nido en una
roca muy empinada, tan alta que el ave casi toca la comba de los cielos
con sus alas. Allí puso sus huevos y nacieron sus polluelos. Tranquila
el ave, en cuanto a la seguridad de su hogar por inaccesible, bajaba
todos los días por su alimento.
Un
día, de regreso, tuvo una ingrata sorpresa. Un gusano se había
aposentado en el nido. Furiosa y confusa, cogió al intruso entre sus
garras y se dispuso a matarlo.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí, miserable? —le dijo.
El gusano temblaba y le dijo a su captora:
- Señora Águila, no me mate y le digo cómo llegué tan alto.
- Dilo, y te prometo el perdón.
El gusano humilde y contrito respondió:
- Señora poderosa y magnánima: llegué aquí a fuerza de arrastrarme... y arrastrarme... y arrastrarme..."